lunes, 13 de septiembre de 2010

El Racionalismo de René Descartes

Los principales representantes de la corriente racionalista fueron: Descartes, Spinoza y Leibniz, aunque puede también incluirse a un filósofo menos importante, que intentó conciliar el cartesianismo con la teología, Blaise pascal.
René Descartes (1596 - 1650)
Nació en el pueblecito francés de la Haye, una localidad de la Touraine, en el ámbito de una familia económicamente acomodada y socialmente prestigiosa, pues en ella había juristas y militares.
1612 Abandona el colegio para dedicarse al estudio de la ciencia y filosofía.
1617 Se enlista en el ejército de Mauricio de Nassau. (Para estudiar el gran libro de la vida).
Su obra.
Las publicaciones más importantes de Descartes, según el orden cronológico de su aparición fueron las siguientes:
1637 Discurso de Método
1641 Meditaciones metafísicas
1644 Los principios de la filosofía
1649 Las pasiones del alma.
Como obras póstumas:
Tratado del hombre, El mundo o tratado de la luz y Reglas para la dirección de la mente. Descartes puede ser considerado como el verdadero fundador de la filosofía moderna, en el sentido de ser el primer pensador de gran categoría cuyas concepciones filosóficas está profundamente influida por la nueva física y la nueva astronomía.
El objetivo fundamental del pensamiento cartesiano fue consolidar la filosofía como un saber autónomo, es decir, buscó cimetrar los presupuestos teóricos necesarios que permitirán considerar a la materia filosófica con un rigor similar al de las ciencias exactas y naturales. Ya se ha dicho que Descartes había estudiado con los jesuitas, recibiendo una educación rígidamente escolástica. Sin embargo, a pesar de que esta influencia se percibe en su obra, es patente el impulso de construir una nueva filosofía al margen de la vieja filosofía.
El método.
El método cartesiano fue expuesto por su autor en el Discurso del método, publicado en vida del filósofo como prólogo de una obra más extensa sobre geometría y astronomía. El método cartesiano puede sintetizarse esquemáticamente en cuatro preceptos que el mismo Descartes expuso tal como sigue:
Criterio de certeza. No admitir como seguras más que las ideas que aparecen claras e independientes en la mente humana. La Evidencia subjetiva es el criterio que define si una opinión es verdadera o falsa. Lo cierto es aquello de lo que absolutamente no se puede dudar, es decir, lo verdadero, es lo indudable. Por ejemplo: las verdades de la matemática son evidentes, entenderlas no podrá negar su validez, salvo que sea un necio.
Análisis. Las dificultades que se presentan durante una investigación debe fragmentarse i aislarse en tantas partes como sea posible, para entenderlas mejor en sí mismas.
Síntesis. Una vez vencida la dificultad a través del análisis, las conclusiones fragmentadas vuelven a reunirse como las piezas de un rompecabezas, construyendo un todo que permite proseguir el avance filosófico (en realidad, se trata de una variedad del método inductivo, esto es, el paso de lo más simple a lo más complejo).
Conjeturas y verificaciones. Periódicamente deben repasarse las ideas tratadas, formulando sobre ellas hipótesis o conjeturas, con el fin de comprobarlas empíricamente y observar si la práctica las refuta o las confirma (verificación).
La Duda.- De acuerdo con su primer principio, Descartes busca las verdades filosóficas esenciales claras e independientes, o sea, aquellas de las que no se puede dudar, empleando para ello, paradójicamente, el método de la duda. Así, el filósofo se propuso dudar de todo lo dudable, con el objetivo de alcanzar algo de lo dudable, con el objetivo de alcanzar algo de lo cual no pudiera dudar. En consecuencia, la duda metódica es el punto de partida de todo su sistema filosófico, justificado por él mismo al señalar “Puesto que pretendí dedicarme exclusivamente a la búsqueda de la verdad absoluta, pensé que era preciso rechazar como absolutamente falso todo aquello que pudiera suponer una duda, por pequeña que esta fuera. Así dado que los sentidos a veces engañan, quise suponer que no existe nada tal como ellos nos hacen imaginar. Y puesto que hay quien se equivoca razonando incluso sobre las más sencillas cuestiones de la geometría, rechacé como falsas todas las razones que en el pasado había sido tratada como demostraciones.
Código ergo sum. Así la duda cartesiana se convierte en universal porque invalidada:
- Las representaciones de los sentidos.
- Los principios de la demostración
- La distancia entre sueños y vigilia.
Ahora bien, esta duda cartesiana no es una duda absoluta, no es una duda sistemática, sino una duda metódica, es decir, no es una duda por la duda, la duda no se queda en la propia duda, sino que a partir de ella se va en busca de una certeza filosófica. Esta certeza primordial es la existencia de una sustancia pensante ya que, para pensar que todo es falso, que todo pensamiento es un error, es necesario postular la existencia de un sujeto, de un YO, que sería el que yerra. La existencia es la condición absolutamente indispensable del pensamiento, tesis que Descartes expresó en su famosa conclusión Cogito, ergo sum (pienso y luego existo).
Desde un punto de vista externo, la duda metódica universal es, a partir de Descartes, fundamento de toda investigación auténticamente científica, El verdadero científico ha de tender siempre a dudar de sus propias teorías, para así revisarlas, superar sus fallos y mejorarlas. El mejor científico no es aquel que redondea su teoría hasta hacerla invulnerable frente a cualquier crítica, sino el que es consciente de que la ciencia es una actividad esencialmente progresiva, y en este sentido, él mismo debe ser el más riguroso crítico de sus propias investigaciones.
Tipos de Ideas.
La certeza inconmovible de la existencia de un YO no explica nada, sin embargo, acerca de la constitución de ese mismo YO. No se puede afirmar, por ejemplo, que el YO sea algo esencialmente corporal o material. Sólo es posible afirmar propiamente que el YO existe y piensa. Resumiendo: el YO es una rescogitas (sustancia pensante). Según palabras del propio Descartes: A partir de ahí yo conocí que yo mismo era una sustancia cuya única esencia o naturaleza no es sino pensar y que, para ser, esa sustancia no tiene necesidad de ocupar ningún lugar ni depender de ninguna cosa material. Por consiguiente, ese YO, es decir, el alma, por lo cual soy lo que soy, es esencialmente distinta del cuerpo Descartes distinguió tres tipos de ideas:
• Ideas Innatas.- aquellas que parecen haber estado siempre en mí.
• Ideas Adventicias.- aquellas que provienen claramente del exterior.
• Ideas Ficticias.- aquellas que son producto de la imaginación
Entre las ideas innatas, hay una que destaca de modo claro y distinto y que por tanto es la verdadera: la idea de un ser perfecto, eterno, infinito e inmutable. Es la idea de Dios, si este YO pensante que soy yo mismo fuera divino, no dudaría, puesto que entonces yo ya no sería perfecto. El hecho de que dude demuestra que soy un ser finito e imperfecto, se decía a sí mismo Descartes.
La existencia de Dios.
Descartes estaba convencido de la imposibilidad de que un ser finito pudiera producir una idea tan perfecta como la idea de Dios. Pero reconoció que ello era así, de lo cual puede inferirse que el mismo Dios ha imprimido en el hombre la idea de una sustancia infinita. De este modo, la existencia de Dios queda demostrada por la simple existencia de Dios queda demostrada por la simple existencia de su idea en él. El argumento cartesiano es parecido al argumento ontológico (referido al ser) de San Anselmo, quien consideraba que no se puede concebir lo perfecto sino pensar; a la vez, como existente. La existencia es un atributo más de la esencia de Dios. Hay una contradicción en concebir a Dios como sumamente perfecto y, al mismo tiempo, como inexistente. Así, a través de un proceso racional-discursivo, que es característico del racionalismo cartesiano, a partir de la existencia de un YO y de las ideas contenidas en él, se llega a la conclusión de la existencia de una sustancia infinita divina. De esta forma, quedan justificados dos tipos distintos de sustancias: la res cogitans (sustancia pensante) y la res infinita (sustancia divina).
La materia.- La misma perfección del ser divino – cree Descartes – impide pensar en la posibilidad de que pueda engañar, Además, Dios mismo es la suma de la voluntad y la libertad. Las cosas son distintas de cómo aparecer. De la conjunción de la buena voluntad divina y las apariencias humanas –que hacen ver el mundo como efectivamente existente y no como una mera ilusión- surge una nueva convicción: la de la existencia del mundo físico o corporal, es decir, la existencia del mundo físico o corporal, es decir, la existencia efectiva de la materia. Mas ¿Cuál es la propiedad específica, esencial, de la materia?, ¿qué la distingue de las otras dos sustancias?.
La característica propia de la materia, la más evidente, es su tridimensionalidad, es decir, el hecho de ocupar un lugar en el espacio de tres dimensiones, en el espacio físico, simple divisible. Por consiguiente, un rasgo básico de la materia es la extensibilidad.
La verdadera naturaleza de lo corpóreo es la extensión. Todo lo que es corpóreo es precisamente extenso. El mundo es una res extensa (sustancia extensa).
El mecanicismo cartesiano.- Esta concepción de la materia como sustancia fundamente extensa, sin mácula de subjetividad, y por tanto de finalidad, conjunto a Descartes a considerar los cuerpos físicos como máquinas y autómatas. Para él, todo fenómeno corpóreo ha de poder ser reducido a lo matemático-mecánico, incluso el propio cuerpo humano. Esto es lo que se conoce como mecanicismo cartesiano, que es en realidad un rígido determinismo, pues considera que el mundo físico está totalmente regido por leyes físicas inexorables, y que en él no hay lugar para la libertad. Ésta queda reducida al campo del espíritu. El materialismo mecanicista de Descartes fue continuado por los filósofos franceses del siglo XVIII y radicalmente criticado por el materialismo dialéctico de Marx y Engles. En realidad, Descartes no es plenamente consciente de hasta qué punto separa radicalmente el espíritu y la materia al considerar que la primera (res cognitans) es fundamentalmente pensante y la segunda (res extensa) básicamente mecánica, con lo que hace prácticamente imposible su comunicación. Es decir, lógicamente, dentro del esquema cartesiano, es imposible que las sensaciones físicas del cuerpo humano lleguen al alma y que los impulsos anímicos se transformen, a su vez, en actos físicos. Esta contradicción fue resuelta por Descartes de manera ingenua al elaborar la hipótesis de la existencia de una glándula pineal (centro cerebral de composición no-doble), en la cual se realiza la comunicación de ambas sustancias.
La física cartesiana. Otra de las características del mecanicismo cartesiano fue la elaboración de la última física especulativa de la historia de la filosofía. En efecto, Descartes elaboró una física y una astronomía especulativas, al estilo de las antiguas cosmogonías pitagóricas, eludiendo inteligentemente la censura religiosa al afirmar: Sabemos por el Génesis que Dios creó al mundo, pero sería interesante saber cómo hubiera podido éste crearse por sí mismo, siguiendo sus propias leyes físicas. También afirmaba que siendo Dios la suma perfección y el hombre un ser imperfecto, lo mejor era que éste dejara de ocuparse de aquél, para no empañar su divinidad. La física cartesiana fue rápidamente rebasada por la más perfecta concepción de Newton, aunque algunas de las ideas de éste (el principio de inercia y la ley de conservación de la cantidad de movimiento) aparecen ya preestablecidas en la obra de Descartes.
Seguidores de descartes.
- Blaise Pascal (1623 – 1662)
- Baruch de Spinoza (1632 – 1677)
- Wilhelm Leibniz (1646 – 1716)
Bibliografía.
• Autodidactica Océano Color, Ed. Océano grupo editorial, volumen II, Córdoba – España, 1995, págs. 465 a 470.
• Descartes, La filosofía y el racionalismos, Ed. Granbill, Londres, 1992, Págs. 150 a 154.